Por qué el gobierno y el sistema educativo DEBEN preferir software libre

Hoy he considerado necesario dedicar unos minutos para explicar, a través de 3 sencillos ejemplos, por qué el Estado y el sistema educativo tienen el DEBER de preferir software libre.

Este tema da para mucho más pero esta vez sólo describiré algunos escenarios que demuestran que somos un país esclavo de tecnologías privativas.

1. Aún hay sitios web y aplicaciones que sólo funcionan bien con Internet Explorer. Para usar ese navegador, estoy obligado a usar Windows, y para usar Windows tengo que obligadamente gastar decenas de miles de pesos. Si una institución gubernamental decide construir sistemas a los que sólo se puede acceder utilizando una tecnología privativa (que además es mala y cara), me convierten, como ciudadano, en esclavo de ese navegador.

Lamentablemente eso sigue ocurriendo mucho en Chile, debido a la clara ignorancia de muchos jefes de informática.

2. En mi anterior trabajo, quisimos rediseñar el sitio web corporativo. El problema fue que para migrar los miles de contenidos, necesitábamos el modelo de datos del sitio. La empresa que construyó el administrador de contenidos se negó a entregarnos el modelo de datos, con lo que el costo de la migración se hacía altísimo, ya que la única solución era contratar a un ejército de personas que trabajaran todo el día transfiriendo contenidos de forma manual.

Entonces depender de una tecnología propietaria es someterse a una verdadera esclavitud tecnológica, lo cual termina perjudicando a los usuarios finales: los ciudadanos.

3. Cada vez más países están promoviendo el software libre como norma y el software privativo se utiliza sólo de manera excepcional. Supongamos que un estudiante universitario chileno se gana una beca para ir a trabajar a Italia. En ese país, están migrando a LibreOffice, por lo que el estudiante, que estuvo toda la vida obligado a usar Microsoft Office, tiene serios problemas para trabajar. Las malas políticas tecnológico-educativas en Chile lo hicieron dependiente de una sola tecnología. Que quede claro y suene fuerte: es como si lo hubiesen drogado durante toda su vida y ahora no puede salir de esa especie de adicción. Es como depender de un medicamento, a la fuerza. ¿Les parece correcto?

Dicho todo lo anterior, puedo afirmar con propiedad que el Estado chileno es esclavo de tecnologías privativas. El Estado somos todos: tú, yo ellos. Finalmente: las decisiones de las instituciones gubernamentales -que en su mayoría prefieren usar software privativo en vez de software libre- convierten a Chile en un país donde reina la esclavitud tecnológica.

¿Vale la pena luchar por cambiar este escenario? Claro que sí.