“Qué raro tu Windows”

Con la llegada de Ubuntu 12.04Precise Pangolin”, podemos notar que los avances en el desarrollo del software libre han alcanzado niveles muy altos. No quiero sonar exagerado, pero estamos bastante cerca de los sueños ñoñitos que tuvimos los que desde pequeños nos gustó el tema de la informática. Recuerdo que cuando pequeño (10 años), soñaba con tener un computador que, ahora que lo pienso, usaba un sistema operativo que funcionaba gráficamente como Windows o Mac, pero no tenía menús; toda orden era escrita en una línea de comando ubicada en la parte inferior, y era bastante “intuitiva”.

Sí, tenía mucha imaginación y bastante tiempo libre.

Sin embargo, tuve que crecer con Windows. Partí con la versión 3.11 (ah, qué recuerdos) y terminé en Windows 7. En cada uno de esos sistemas tuve un aprendizaje autodidacta, por lo que me considero un “usuario avanzado” de verdad. Y así, tratando de tener más espacio para la customización de mi OS y mayores opciones que las que me daban las corporativas, llegué a Ubuntu.

Logo UbuntuQué manera de emocionarme. Mi primer Ubuntu fue el 8, y a pesar de que Unity ha cambiado las cosas de manera radical (me resisto, uso Gnome 3), el hecho de que todo fuese tan “personalizable” me enamoró. Luego, fue la conciencia de que esto fue generado para la gratuidad, para el desarrollo comunitario, de pura generosidad. Me sacudió como concepto. Esto funcionaba de maravillas, es un sistema operativo de calidad, gráficamente agradable, con una interfaz de usuario accesible, personalizable, con muchas más opciones que OSX o Windows… y gratis. Vaya.

Claro, mis cercanos no se maravillaban mucho. Comencé a escuchar las mismas críticas que todo “linuxero” ha escuchado: “Si no usas Windows, no puedes instalar nada” (lamenteblemente era verdad, pero Wine me ayudó con Office y una instalación paralela de Windows 7 me solucionó el problema con iTunes), “OSX es estable y lo mejor” (Ok, es bonito, ¿y? Es muy excluyente). Pero le tenía fe a Linux; lo que no logra la comunidad, no lo logra nadie. Y eventualmente, en el desarrollo de Ubuntu, comencé a ver que las cosas prácticas de Windows (como la administración de los archivos) y las estéticas de OSX (como los múltiples escritorios) llegaron a Linux. Y gratis.

Y así pasé mis días, contento, hasta que llega Ubuntu 12.04. Esta vez fue personal. Trajo el HUB. “El Head-Up Display otorga la rápida alternativa a las tradicionales formas basadas en menús para dar instrucciones a los programas; sólo presiona la tecla ALT para activar el HUD y comienza a tipear lo que tú quieras hacer. Obtendrás una lista de funciones, sin necesitar saber dónde están alojadas en tu programa” (Ubuntu). Si entendí bien, y lo entendí, puedo estar en Chrome, apretar ALT y tipear “abrir facebook” y efectivamente, Chrome abrirá Facebook. O estar en Libreoffice , apretar ALT y escribir “seleccionar todo” y listo. Hasta puedo cambiar mi status en el programa de mensajería instantánea. Qué amor.

Claro, están los amantes de los atajos de teclado, pero ¿y quienes no los conozcan? Linux, además de cumplir mi sueño de pequeño (awww) aumentó la accesibilidad del usuario común. No es necesario pasar por un proceso de aprendizaje del sistema operativo. ALT y tipear lo que uno quiera; intuitivamente aparecerá en pantalla. Lindo.

Bueno, Ubuntu 12.04 LTS además optimiza el uso de la batería (se agradece tanto), incluye videos en la búsqueda de archivos desde el Dash y con MyUnity, podemos personalizar la launchbar (gracias a Dios). Yo en particular me arranqué a Gnome 3, por eso de los mil escritorios y porque se ve bien… Ahora me quedaré en Unity un rato para probar MyUnity y el HUD (se espera que Gnome también lo incluya más adelante, ahí volveré).

Desde acá, Canonical, gracias por cumplir uno de mis sueños de niño y quién sabe, quizás estamos cada vez más cerca de hablarle a nuestros notebooks para darles órdenes. Ja, como si ya no les habláramos. Qué, reconózcanlo.